Hoy no es 3 de Abril pero es también su cumpleaños. No diré cuantos cumplió el pasado Abril (que luego me dice que no quiere que la gente sepa sus años) pero sí que hoy hace ya 17 años que mi madre, la mujer más valiente que conozco, se operó de un bultito en el pecho que no tenía nombre hasta que el día que nos lo contaron en el restaurante Hard Rocks de Madrid mi hermana, una rebelde de 14 años, con los ojos encharcados por las lágrimas gritó "Mamá, ¡Eso es cáncer!" Y se fue llorando al baño. Yo con 11 años no sabía por donde me venía el aire y sólo quería llegar al cole y contárselo a mis amigas (pero algo me decía que no era bueno lo que venía y por supuesto nada me aclaraban mis amigas de sexto de primaria que ponían cara de póker cada vez que se lo contaba).
Y así fuimos pasando los últimos días de 1998. Yendo al hospital que yo no había ido en mi vida, sonriendo a mamá como nos indicaba papá antes de entrar en el hospital porque ella era una heroína y debíamos darle fuerza mediante abrazos, llorando en el cole o en la cama antes de dormir y a hacernos las fortachonas delante de ella...porque eso es lo que aprendimos de ella y de papá y quizá es ahora cuando me doy cuenta. Porque es tan cabezona que consiguió las dos veces que estuvo en el hospital ingresada por un considerado tiempo salir y celebrar conmigo mi cumpleaños (y a esas edades y más para mi, un cumple es un cumple).
No debemos de mostrar miedo porque ella está demostrando que la enfermedad puede cronificarse al menos 17 años más. Porque le vi "aguantar el tipo" mientras le decían a su hija pequeña que tenía cáncer de mama y nos tocaría empezar la pelea de nuevo, porque sonríe y hace bromas malísimas sobre sí está más gorda (aunque yo siempre la veré preciosa), porque a pesar de mis 28 años se levanta a media noche para taparme, porque nada le quita las ganas de reír, ni de bailar, ni de soñar...
¡Felices 17 campeona! ¡Felices 17 luchadora!