jueves, 10 de marzo de 2016

Un equipazo, con el que sigo partido a partido

Cuando tardo mucho en escribir puede deberse a que no me encuentre bien del todo, a que no sepa muy bien qué contaros y prefiera estar en silencio, o a una mezcla de todo, que por ejemplo, ha sido lo que me ha pasado esta última vez.

Si tengo cosas que contaros, así que empezaré desde el principio como si de un amigo se tratara.

El pasado martes, viendo con mi padre el partido que disputaban el Real Madrid y la Roma, entendí lo importante que es la labor de cada jugador, entrenador e incluso del que se encarga de recibir a los jugadores en el túnel de vestuarios para que cada partido se gane. Sin olvidarnos de la afición, capaces de viajar hasta el lugar más recóndito sólo para animar al equipo, sin recibir nada a cambio y cuya mayor recompensa es un gol.

Y de repente lo entendí todo, y al día siguiente, que me encontraba mejor, en la comida miré a mis padres quienes sin quejarse habían pasado una noche toledana y les dije "¿no creéis que formamos un buen equipo?" Y mi padre gordo de felicidad,como creo que sólo le he visto en la boda de mi hermana, me dijo "No no, nosotros somos un equipazo".

Seguro que a muchos de los que leáis que esta vez me encontraba fatal porque la quimio me ha provocado muchísimos dolores, vómitos, estreñimientos y cagaleras (a partes iguales) y yo estaba acostumbrada a algo más llevadero, os reiréis, pero volviendo al simil del fútbol yo estaba acostumbrada a una liga nacional y de golpe y porrazo me he visto en la Champions. 

Eso sí, con mi oncóloga que es la mejor entrenadora que podía haber encontrado y que tiene al mejor equipo médico a su lado, como los buenos entrenadores que saben de quién rodearse; con Ernesto que para los goles y las malas contestaciones y malas caras como Iker en sus mejor época; el resto del equipo, mi familia y amigos que son la mejor defensa para todo lo que yo les eche encima y que me pasan unos balones a modo de visitas, risas y achuchones que es imposible no meter gol...; sin olvidarme de la afición, toda esa gente que no me conoce pero que tiene palabras de ánimo y me aseguran que seguimos adelante.

A pesar de ser madridista hay un entrenador al que tengo cierta simpatía  y del que ya es famoso su "partido a partido" y cada noche, sobre todo las de los días malos Ernesto se gira y me dice "nada de lágrimas Pelonchi, vamos a por otro día, ya sabes partido a partido".